Trabajo de Paco Sierra publicado en El Diario Montañés el 28 de Abril de 2013
Recientemente la Fundación Leonesa Cerezales Antonino y Cinia, entidad de carácter cultural, ha firmado un convenio de colaboración con la Confederación Española de Centros y Clubes Unesco, y otras entidades culturales para solicitar el reconocimiento de los Concejos como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, declaración que corresponde a la Unesco en París.
Esta iniciativa leonesa, digna de aplaudir, pone en valor una institución muy común entre los pueblos que habitan el norte peninsular, y que como el cántabro, disfruta de más de mil años de existencia: los Concejos.
La génesis de los Concejos en Cantabria hay que buscarla en la Behetría, que, según Carmen González Echegaray, “era un sistema político que dejaría asombradas a las que ahora llamamos democracias”.
De esta institución nació el “Concejo abierto”, auténtica democracia directa. Cada pueblo, sin injerencias extrañas, elegía señor a quien quería y éste desempeñaba las funciones administrativas y judiciales. De ahí que muchos estudiosos de la Historia Medieval catalogaron a Cantabria como un rincón de la Europa medieval en el que la población fue libre política y económicamente.
Durante siglos, los habitantes de los Concejos han resuelto por votación, en lo que algunos especialistas han denominado “academia de la cortesía”, todos sus conflictos, así como los problemas económicos, la preservación de los montes, puentes, caminos, edificios y, en siglos pasados, hasta la defensa armada de los vecinos.
Y es de esta institución de los Concejos abiertos de donde se pueden extraer tres de sus principales pilares:
1. La convivencia y respeto que reinaba entre todos los vecinos como bien supremo y determinante; en esta época tan convulsa y tan poco dada a la convivencia en la sociedad, es más que nunca necesaria la confianza mutua entre los vecinos.
2. La libertad, en la que todos los vecinos tenían plena facultad de administrarse en el gobierno de sus asuntos sin injerencias de ninguna “Troika” o poder financiero, en un ejemplo de régimen casi democrático de autogobierno.
3. El colectivismo en la dedicación de recursos por y para el Concejo, trabajando en común en jornadas gratuitas a favor de la comunidad, en un precedente claro de la solidaridad, frente al individualismo en lo laboral y lo económico actuales.
Son estos valores (confianza, solidaridad, libertad), que en estos tiempos de crisis, no sólo económica, suponen casi especies en vías de extinción. A pesar de tener su apogeo en otra época de la historia, se asientan sobre la esencia y la raíz que se repite a lo largo de la historia, facilitando el desarrollo y prosperidad de cualquier sociedad.
A veces, lo esencial sobrevive en el tiempo, y el hecho es que los Concejos abiertos ahora denominadas Juntas Vecinales suponen un ejemplo vivo de esos valores a proteger.
Por ello, mi aplauso a la iniciativa leonesa que pretende conseguir la declaración como patrimonio inmaterial del Concejo abierto. De la que espero que en Cantabria se tome nota y se siga por el mismo camino, en la defensa de un patrimonio inmaterial mas que necesario en nuestros días con la que está cayendo.
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